“Papá, yo voy” – me dijo mi hija
de 2 años y medio en el celular.
Venía llegando a Colima para dar
un taller con la Universidad después de 3 días en ciudad de México y pensé que
ella me iba a contar a donde había ido ¡Iluso de mí! Así que inocente pregunté
“¿A dónde mi’jita?” y su respuesta casi casi me saca una lágrima. “Contigo”
respondió.
Tuvieron que pasar algunos días
para que yo entendiera el mensaje que me estaba dando. Primero pensé que quería
venir conmigo y me pesó mucho que ella no estuviera aquí… pero luego dándole
una pensadita me di cuenta que estaba afirmando una realidad: “Papá, yo voy
contigo” y así es; mi hija viene conmigo, está conmigo, me acompaña a pesar de
los kilómetros de distancia.
No saben la sonrisota que me
generó este descubrimiento. Nunca estoy solo. Y es que no sólo es mi hija la
que me acompaña, también vienen conmigo mis padres que se adelantaron hace
algunos años, mi esposa, mis hermanos, mis amigos, mis maestros, mis alumnos,
mi linaje. Yo no soy posible sin ellos. John Done –un poeta inglés del siglo
XVII- lo dijo de una manera mucho más hermosa: “Ningún hombre es una isla”, que
alegría saber que pertenezco a esa categoría.
Si lo reflexionamos no sólo los
cercanos vienen con nosotros; en nosotros está el panadero que hizo el bolillo
de en la mañana, aquel que cosió tu camisa (probablemente en la India, China o Malasia),
los que pagaron sus impuestos para que otros pudieran ir a la universidad, los
que sembraron las jacarandas de la Alameda de Celaya, y así uno tras otro hasta
sumarlos todos. Los presentes y los ausentes, los de hoy y los de antier, los
malos, los buenos y los regulares.
Creo que si nos acordáramos de
esto con más frecuencia, nos sentiríamos menos solos, nos miraríamos unos a
otros con mayor calidez, le bajaríamos dos rayitas al juicio y al prejuicio,
nos sabríamos más fuertes al sentir el apoyo de tantos, seríamos más humildes
al darnos cuenta que ningún logro es cien por ciento nuestro y tal vez hasta
nos daríamos cuenta que el vecino, el jefe y la suegra también son seres
humanos. ¿Qué tal que recordáramos con más frecuencia a los que nos hacen
posibles? ¿Qué tal que sintieras más la compañía de los que vienen contigo?
Yo por lo pronto le agradezco a
mi pequeña: ¡Gracias por venir conmigo! ¡Yo también me quedé contigo!
Sergio Hernández Ledward
y en twitter: @checoequis
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