domingo, 30 de septiembre de 2018

El cuento es cerveza, baile, semilla y camino


Introducción

La vida continuará mientras haya quien cante, quien baile, quien cuente historias y quien las escuche” – Oren Lyons[i]

El cuento es el hechizo primordial, el primero de todos, el que le da forma al mundo y a los viajeros que por él andamos. Vamos caminando por un mundo tejido de cuentos, los que nos contaron de niños –con hilos multicolores- sobre la vida y las personas, sobre nuestro clan y los dioses, sobre el corazón y sus razones, y ¡por supuesto! los cuentos que nos contaron padres, hermanos, abuelos sobre nosotros mismos dando forma a quienes somos.
Vamos caminando por un mundo tejido de cuentos, los que compartimos con otros hechizándolos un poco y los que sólo son nuestros y que al contárnoslos en la intimidad de la mente nos hechizan por completo.
Vamos caminando por un mundo tejido de cuentos, por un mundo inacabado que crece cuando al contarlo volamos en lomos de dragón hacia tierras desconocidas, un mundo que se hace más amplio cuando lo miramos con ojos distintos, dejando los nuestros y poniéndonos los de la guerrera y el príncipe, los del duende, el genio y la doñita que vende churros, los del viejito sonriente, los del diablo bailarín y los de la niña que a todos ponía a volar con su risa; un mundo que se hace más profundo cuando los senderos del cuento nos llevan hacia adentro, a cuevas y cañadas, a ríos subterráneos, a cenotes llenos de tesoros y a cada uno de los enormes palacios que habitan la geografía de nuestro corazón.
Vamos caminando un mundo tejido de cuentos, un mundo inacabado que queda chato cuando sólo se escucha una historia, cuando la voz se desgasta y el cuento en vez de nacer de nuevo –fresquecito- se vuelve una triste y repetida imitación de sí mismo.
Somos una especie andante y contante, vamos de un lado para otro sin parar de contar. No cabe duda que los viajes ilustran, que amplían nuestros mapas del mundo tanto exterior como interior… pero ¿y los cuentos? ¿Por qué seguimos narrando sin cesar? ¿Cuál es la razón por la que el cuento hechiza a niños y a adultos sin distinción, cómo es que detiene al tiempo y transforma el espacio a nuestro alrededor?

Desarrollo

Yo no me dedico a la narración; mi oficio es conversar con grupos de adultos para facilitar aprendizajes de algo que ahora llaman “habilidades suaves” (esas cosas intangibles que van de la comunicación a las actitudes, los patrones de pensamiento, la creatividad, la motivación o el liderazgo) y siempre me ha parecido asombrosa la manera que en mis cursos, talleres, conferencias y diplomados el cuento se vuelve un elemento central. Adultos que con frecuencia viven inmersos en la preocupación, la urgencia y la necesidad de obtener resultados, cuando se permiten llegar al cuento sonríen, se relajan, se asombran, sueñan de nuevo o derraman lágrimas… se humanizan.
¿Cuáles son las profundas necesidades humanas que cubre la narración?
 Aún en un aula, sala de conferencias o salón de reuniones, los que estamos presentes cuando el cuento ocurre encontramos:
a) Una estrategia para el disfrute. Una cerveza sudadita en un día caluroso.
b)   Un baile comunitario
c)   Una semilla de esperanza y
d)   Un camino para el encuentro de uno mismo

A. El cuento es una estrategia para el disfrute. Lo sé por experiencia propia, pues mientras narro y el salón se transforma bajo mis pies, el gozo crece y se extiende, también por la referencia de mis alumnos que momentos antes eran adultos y pronto se convierten en sonrientes niños soñadores. 

En sus palabras:
·“Disfruto mucho más de la clase y mi aprendizaje cuando se usan historias”
·“Cuando llega el cuento me quedo callado, cierro mis ojos y me relajo escuchando”
·“No me quiero perder una palabra, me enganchan como si fuera una película”

Esto hace eco de lo que refieren O’Connor y Seymour[ii] (1996) cuando plantean que “la metáfora da vida a la formación, pasando del concepto teórico a la experiencia vivida”, o lo que dice Tim Hallbom[iii] (2014) “si no cuentas historias es árido, es un poco aburrido. Si alguien te brinda sólo estructura y conceptos es como leer un libro de texto, bastante aburrido”. El concepto puede parecer aburrido, abstracto, lejano y carente de vida, la experiencia es justo lo contrario, estimulante, viva, fresca y cercana. ¡Así deberíamos aprender! Es triste pensar en la cantidad de lugares destinados al aprendizaje que sólo se llenan de palabras inertes y por los que los cuentos jamás desfilan.
Pero la narración no sólo lleva al disfrute de quien escucha la historia, maestros narradores se alegran y asombran por igual. David Gordon[iv] (2014) dice “mi día de enseñanza no está completo si no le he contado una historia a mi grupo” y Mónica Esquinca[v] (2014) añade “usar historias me genera un buen estado y el proceso de enseñar se vuelve más sencillo y agradable
¿De qué otra forma decirlo? El cuento es una cerveza que refresca la experiencia.

B.El cuento es un baile comunitario. Compartir historias nos pone a bailar (metafóricamente) al mismo ritmo, nos lleva a tejer lazos relacionales, nos vuelve cómplices e incluso sintoniza nuestros cerebros. Pensemos en las anécdotas compartidas con los amigos, las aventuras adolescentes o los viajes en familia de la infancia, son esas historias las que nos acercan y llenan de vida una relación, es imposible entender una reunión familiar o de amigos en la que esas historias no se cuenten nuevamente.

Incluso el creciente campo de las neurociencias refuerza estas ideas. En los últimos años el desarrollo de esta nueva área del conocimiento humano y el mayor entendimiento que le ha brindado a la humanidad sobre el funcionamiento del cerebro también ha resultado en descubrimientos sobre lo que ocurre a nivel neuronal al escuchar una historia.

Estudios recientes realizados en Princeton, New Jersey, E.U. donde el Dr. Gowin (2011) investiga la correlación entre la activación de diferentes áreas del cerebro de quien narra una historia con quienes escuchan la misma historia. Los resultados indican que cuando alguien escucha una historia y la entiende experimenta los mismos patrones neuronales de la persona que la narra. El narrador y sus escuchas sintonizan sus cerebros. De modo que estas investigaciones apuntan hacia el hecho que compartir historias genera lazos comunitarios no sólo externamente sino incluso al llevar al cerebro a funcionar de un modo similar.

Hermosa magia la que permite que las imágenes, los sonidos, las sensaciones, la emoción, el asombro y las conexiones neuronales viajen de una mente a otras, haciéndonos bailar al mismo ritmo. De este modo mi dragón, mi bruja, mi samurái y hasta doña Chayito junto con todas sus emociones se multiplican como pequeños hongos luminosos por nuestras mentes, dejan de ser míos y se vuelven nuestros.

Así que las historias compartidas nos brindan pertenencia -una de las más anheladas necesidades humanas-, nos ayudan a generar un “nosotros”, nos vuelven parte del mismo tejido, nos hermanan.

C.El cuento es una semilla de esperanza. Como si disfrutar del aprendizaje y pertenecer a una comunidad de aprendientes fuera poca cosa, el cuento aún nos tiene otro regalo: siembra nuevas posibilidades en nuestra mente al hacernos vivir –literalmente vivir- nuevas experiencias.

Jorge Volpi[vi] (2011) nos dice “gracias al descubrimiento de las neuronas espejo, se ha corroborado una intuición ancestral: leer una novela es habitar el mundo. Mientras leo mis neuronas espejo se activan con una intensidad semejante a la que experimentan frente a un escenario auténtico –las novelas también son videojuegos. Y no sólo eso: si digo que los personajes de un libro me habitan, o que yo vivo en ellos no se trata de una simple baladronada.” De este modo plantea que al leer novela las personas aprenden no sólo conceptos o teoría sino que -gracias a las neuronas espejo- aprenden de un modo muy similar, si no idéntico, a la experiencia. Incluso se atreve a ir más allá cuando dice “Las grandes novelas no nos reconfortan: nos desafían. No nos alegran la tarde: cambian, literalmente, nuestras vidas”. Aunque Volpi habla específicamente de la lectura, la narración surte el mismo y poderoso efecto: nos brinda nuevas experiencias.

Ya sea que las palabras salgan de mí acariciando mis cuerdas vocales o que más bien lleguen a mi mente pasando por el oído y su pequeño taller de herrero con su yunque, estribo y martillo, el cuento no me vuelve un espectador indiferente, sino que me transforma. Me vuelvo un poco el ave mágica, la muerte enamorada y el entrenador de osos, enfrento sus retos, vivo sus anhelos y me adueño un poco de sus habilidades, en otras palabras, crezco. Regresando a Volpi “a causa de las neuronas espejo, yo en verdad soy Hamlet, Gargantúa, Tristram Shandy, Julien Sorel, Joseph K., Lulú o Aura: hago lo que ellos hacen, vivo sus aventuras, gozo o padezco, dudo, traiciono o me convierto, de un momento a otro, en una anciana

O como me dijo un alumno “el cuento me lleva a vivir en ese personaje y sentir como estaría yo haciendo lo mismo”, mientras que otro dice “te empiezas a meter, a involucrar tus sentidos y a veces a ponerte en el papel de algún personaje” o incluso “a veces la historia no te lleva a preguntarte ¿cómo le hago? o ¿cómo lo aplico en mi vida? sino que incluso te da la respuesta que buscabas”.

El cuento es una poderosa semilla de esperanza que pone a nuestra disposición infinidad de experiencias y no lo hace de forma teórica o abstracta, sino que nos las brinda en mente propia.

D.El cuento es un camino para el encuentro con uno mismo. Parece que el cuento nos lleva a otros territorios, que de pronto estamos en el campo, la montaña, el pueblito revolucionario, la selva africana, el quinto infierno o el reino de los djins, sin embargo si el cuento fuese camino sin duda nos llevaría hacia el interior de nosotros mismos.

Octavio Paz[vii] (1960) hablaba de los encuentros y las búsquedas cuando decía “para que pueda ser, he de ser otro, salir de mí, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia”. Pareciera que está describiendo a la perfección la función del cuento; el cuento me convierte en otro, me lleva a salir de mí, a buscarme entre los personajes, personajes que no son, si yo no existo y que sin embargo me dan plena existencia.
Nick LeForce[viii] (2014) lo pone en estas palabras: “las historias son el alma de la humanidad, nos recuerdan quienes somos y qué es lo que amamos, nos enseñan a vivir, nos levantan cuando caemos, nos ayudan a encontrar la belleza tanto del amor como de la tragedia y nos dan la fuerza para encontrar nuestro camino, en un mundo a veces fantástico y a veces amenazante. Es por eso que nos sentamos asombrados a los pies de los grandes contadores de historias y permitimos que nos conduzcan hacia dentro -hacia nuestros sueños- y que nos abran la puerta hacia nuestro propio corazón”.

Es paradójico que los cuentos nos ponen en sintonía cerebral con el grupo creando un claro nosotros y al mismo tiempo nos llevan hasta la puerta de nuestro propio corazón. Si lo permitimos, los cuentos nos arrojan al sitio en el que palpita nuestra belleza única, la esencia de nuestro propio hilo multicolor e irrepetible. ¿Qué haremos ante esa puerta? ¿Tendremos la humildad de tocarla con respeto y suavidad? ¿Seremos lo suficientemente valientes para aceptar la invitación a pasar?
Hay que tener cuidado, hacia allá nos lleva el cuento.

Laurens Van der Post[ix] descubrió está doble función del cuento mientras aprendía de las naciones ancestrales en Sudáfrica: “El cuento era la posesión más sagrada del pueblo de los arbustos. Esta gente sabía lo que nosotros no; que sin una historia no tienes nación, ni cultura, ni civilización. Sin un cuento propio tampoco tienes una vida propia”.


Conclusiones

¿Qué ocurre cuando se narra en ambientes de aprendizaje y desarrollo personal con adultos? No es raro que el cuento nos transforme volviéndonos niños nuevamente, aún en salas de juntas, conferencias, talleres o capacitaciones. Tampoco es raro que deseemos que el cuento llegue y nos hechice. Me atrevo a afirmar que necesitamos desesperadamente del cuento y sus poderes.
1. El cuento es una estrategia para el disfrute. Que bien nos harían más y más personas apasionadas de su oficio, enamoradas de lo que hacen, aprendiendo placenteramente los secretos de su propio arte. Sentirnos vivos y sonrientes al aprender y al trabajar, no tiene porqué ser una inocente fantasía.
2. El cuento es un baile comunitario. Que urgente necesidad de generar un nosotros más amplio y más profundo, de sentir que pertenecemos, de relaciones más empáticas y de colectivos capaces de tenderse la mano. Tiempos y ambientes violentos, de separación, constante competencia y agandalle nos dejan muy clara esta necesidad, no es necesario mirar muy lejos. Pues el cuento es un baile comunitario.
3. El cuento es una semilla de esperanza. Ante los enormes retos que enfrentamos que bien nos haría volvernos más fuertes, más decididos, más creativos, más brillantes, más amorosos, más ligeros, poder vivir muchas vidas en una sola y volvernos más plenos con cada una.
4. El cuento es un camino para el encuentro con uno mismo. No estamos cortados con la misma tijera, ni con el mismo patrón, no somos piezas idénticas salidas de una línea de producción; la media, la curva normal, la mediana y el estándar son útiles en estadística, no tanto en el descubrimiento de uno mismo. Necesitamos seres humanos que se entregan auténticamente al mundo.

De modo que la narración no es sólo un divertimento para los adultos que aprenden, sino que brinda alternativas para satisfacer profundas necesidades humanas. Así que narremos y escuchemos por el placer de hacerlo y dejemos que el cuento nos hechice, que amplíe nuestro nosotros, que siembre esperanza y que nos deje a las puertas del propio corazón.

Bibliografía
·         Gordon, D., (1978). Therapeutic Metaphors. Estados Unidos: Metapublications.
·         Gowin, J., (2011). Why sharing stories bring people together. Obtenida el 28 de febrero de 2013, de http://www.psychologytoday.com/blog/you-illuminated/201106/why-sharing-stories-brings-people-together
·         Hernández, S. (2014). Observé al danzar del fuego. México: Edición de autor.
·         Hernández, S. (2016). Tesis de maestría La comunicación metafórica y su utilidad durante el proceso de enseñanza / aprendizaje de la Programación Neurolingüística. México
·         O´Connor, J., Seymour, J. (1995). Introducción a la PNL. (8ª edición). España: Editorial Urano.
·         O´Connor, J., Seymour, J. (1996). PNL para formadores. España: Editorial Urano.
·         Paz, O., (1960), Libertad bajo palabra. México: Fondo de Cultura Económica.
·         Volpi, J., (2011). Leer la mente. México: Alfaguara





[i] Activista por los derechos de los nativos norteamericanos
[ii] Autores de los libros Introducción a la PNL y PNL para formadores, entre otros.
[iii] Instructor y desarrollador internacional en los campos del Coaching, la Hipnosis y la Programación Neurolingüística
[iv] Autor del libro Metáforas terapéuticas
[v] Terapeuta, maestra de PNL y autora del libro SOS mi hijo está en apuros
[vi] Coordinador de difusión de la UNAM y autor del libro Leer la mente, entre otros.
[vii] Poeta, ensayista y diplomático mexicano. Premio nobel de literatura.
[viii] Poeta, maestro de hipnosis.
[ix] Escritor sudafricano del siglo XX